#experienciascmvMaría: la importancia de un tratamiento precoz

Somos Lorena y Rodrigo, papás de Isabel y María, la protagonista de esta historia. Isabel tiene casi 2 años, los mismos que su prima Paula, toda una campeona que nació con CMV congénito, por lo que conocíamos la enfermedad y ya habíamos vivido un embarazo muy complicado tan próximo. Por eso, cuando nos decidimos a buscar nuestro segundo bebé tuvimos muy en cuenta los riesgos de una infección por CMV. Previamente al embarazo, Lorena se realizó las pruebas para saber si ya había tenido contacto con el CMV o no, las pruebas mostraron que no lo había pasado por lo que desde el principio tuvimos claro que teníamos que seguir todas las precauciones recomendadas para prevenir un posible contagio.

Conocíamos la enfermedad y en teoría, todo lo que había que hacer para evitarla. Padre y madre nos lavábamos tras darle la comida a Isabel, no utilizábamos sus cubiertos ni probábamos su comida, extremamos la limpieza en los cambios de pañal intentando que siempre que fuera posible la cambiara el papá, nada de besos en la boca, cuidados al limpiarle la nariz… Al poco tiempo Lorena quedó embarazada y extremamos aún más si cabe todas esas recomendaciones. Cuando le pidieron las pruebas del primer trimestre ella le pidió a su ginecóloga que incluyera las pruebas de CMV.

El día de la ecografía de la semana 12 debíamos llevar al laboratorio los resultados para el cribado de Síndrome de Down, así que Lorena solicitó un adelanto del resultado de la analítica y para nuestra sorpresa el resultado de CMV mostraba IGg e IGm positivo. Se nos cayó el mundo a los pies, a diferencia de quienes reciben el diagnostico sin conocer la enfermedad nosotros teníamos claro el tratamiento que sería necesario, entendíamos que a partir de ese momento era un embarazo de alto riesgo lleno de incertidumbre y conocíamos el tipo de afecciones que puede tener el feto si se contagiaba porque lo habíamos vivido con el embarazo de nuestra sobrina Paula.

De inmediato nos reunimos con mi hermana que nos ayudó mucho desde el primer día para definir que debíamos hacer y cual era la forma más rápida de empezar el tratamiento según su experiencia. En menos de una semana logramos que la Doctora María de la Calle nos atendiera. Desde ese primer momento nos trató fenomenalmente bien, nos dio toda la información necesaria sin negar los riesgos que había, pero siempre con un enfoque positivo, ella es una doctora muy profesional, cercana y empática (ahora que ha pasado todo, no dejamos de pensar en lo afortunados que fuimos en dar con ella y lo difícil que hubieran sido esos meses sin su ayuda).

No dejábamos de preguntarnos y sentirnos frustrados por pensar qué había fallado, si conociendo el virus habíamos seguido todos los cuidados posibles y extremado las precauciones.

En aquella cita la Dra. de la Calle pidió un análisis de avidez y de carga viral en sangre, orina y saliva, y dependiendo del resultado, Lorena comenzaría con el tratamiento de Valaciclovir. Al haber hecho análisis de CMV 3 semanas antes del inicio de la gestación estaba casi descartado que el contagio no hubiera sido durante el embarazo. Esa misma tarde a última hora se hizo la analítica y tras consultar con la Dra., comenzó a tomar el tratamiento. En la semana 14 tuvimos los resultados de avidez y carga viral, que fueron positivos tanto en sangre como en orina y saliva, por lo que se le aumentó la dosis de antivirales para evitar el contagio de CMV al feto.

Como conocíamos, el proceso seguiría con ecografías más frecuentes y amniocentesis en la semana 21 para comprobar si el virus había infectado al feto. En ese momento solo podíamos esperar, seguir el tratamiento y a pesar de que la infección había sido en el primer trimestre, ver el lado positivo del caso: se había detectado la infección muy pronto e iniciado el tratamiento durante la semana 13 de embarazo.

A Lorena el tratamiento de los antivirales le causó mucho malestar general y síntomas de agotamiento a diario, pero la ecografía de las 16 semanas le dio fuerzas puesto que no había muestras de ninguna anomalía, aunque nos advertían que aún era muy pronto.

En la semana 20 recibimos una buena noticia, el tratamiento parecía dar sus frutos y el resultado de la analítica de carga viral en sangre de Lorena resultó “indetectable”, lo que fue una inyección de moral una semana antes de la amniocentesis, a pesar que sabíamos que quedaba por ver si el virus se habría transmitido al feto.

#experienciascmvEn la semana 22 tuvimos cita con la Dra. María de la Calle para conocer los resultados de la amniocentesis. Tras muchos nervios y preocupación, los resultados no pudieron ser mejores. No se detectó virus en el líquido amniótico, por lo que ¡el virus no había infectado al bebé! Creo que ha sido la noticia que con más alegría hemos recibido en nuestra vida. Incluso la doctora se mostró emocionada con nosotros al verificar que el tratamiento con Valaciclovir había dado tan buenos resultados suministrándolo desde que le habían detectado el virus y había evitado la infección al bebé. No había rastro del virus tampoco en Lorena y se había regenerado el líquido amniótico de manera normal. Nos transmitió que había que seguir un protocolo y una vez naciera María habría que analizarle la orina para cerciorar que no tenía infección, pero el embarazo había girado 180 grados a la normalidad y Lorena podría dejar de tomar el tratamiento de Valaciclovir. La prueba en orina tras el nacimiento de María confirmó que no había rastro del virus.

Después de la experiencia que vivimos, podemos decir que las medidas de prevención para el contagio de CMV son importantes, pero siendo realistas son prácticamente las mismas medidas de prevención de cualquier virus o enfermedad infecciosa y no garantizan que no haya contagio durante el embarazo. Lo ideal sería que hubiera una vacuna, pero mientras llega, de nuestro caso hemos aprendido la importancia de un diagnóstico o más temprano posible, por eso creemos que se debe seguir buscando que los análisis para CMV se incluyan en las analíticas de cada trimestre. Pensamos que aun falta para que sea una realidad, así que al menos lo que podemos hacer es que cada vez que conocemos un nuevo embarazo, o algún conocido está buscando tener hijos, les hablamos del CMV para que pidan el análisis.

Hoy en día no debería haber familias que pasen por la experiencia de un embarazo con tanta incertidumbre y temor, es más, no deberían nacer niños con CVM.  El CMV afecta a los padres del nuevo bebé pero también a los hermanos, abuelos y tíos que también se preocupan y que muchas veces no saben cómo ayudar. Por ahora, la mejor opción después del contagio es un tratamiento oportuno en el embarazo que tendrá mejores resultados cuanto antes se inicie.

#experienciascmv

Isabel y su hermana María